jueves, 29 de noviembre de 2012

Mallorca

Jueves 22 de noviembre, madrugamos y cogemos el primer vuelo a Palma de Mallorca. Llegamos muy prontito, alquilamos un coche y empezamos la gira y a recordar viejos tiempos. Pasé varios años veraneando en esta isla que tanto me gusta junto a mi maravillosa hermana y que por aquellos años residía aquí.

Nos vamos directamente hasta el mirador de Na Foradada, en la Sierra de Tramuntana y desde donde se puede disfrutar de unas vistas espectaculares.

Una paradita en Valldemosa para visitar el pueblo y tomar un cafetito.

Nos alojamos en Sóller (Hostal Nadal), dejamos el equipaje y nos vamos a pasar la tarde hasta Sa Calobra por esta preciosa y divertida carretera.

Como era noviembre no estaba el día para baños, pero el lugar es una auténtica preciosidad. Se trata de una cala de apenas 25 mts de cantos rodados y metida entre acantilados que superan los 200 mn de altura.

Viernes 23, desayunamos y nos vamos a hacer una ruta que nos han recomendado, se trata del Camí de Biniaraix a sa Font des Noguer
Este singular empedrado y los olivos, nos acompañarán durante buena parte del camino.

Hacemos cumbre en el Coll del Ofre (875 mts) coronado con una cruz metálica y continuaremos camino hasta el pantano del Cúber donde comeremos.

Deshacemos el camino andado y regresamos de nuevo hasta Biniaraix, lugar donde hemos dejado el coche. De aquí a Sóller, ducha y para otro lado que no podemos perder tiempo.

Nos acercamos hasta el Puerto de Sóller para ver descargar el pescado y estas riquísimas gambas. Preguntamos por el precio para comprar unas pocas para cenar pero el precio es altísimo, así que lo dejamos para otra ocasión.

Sábado 24, nos hacemos una pequeña ruta entre olivares centenarios. El día está precioso y nos acompañará durante toda la jornada.

Comemos en Banyalbufar, bonita y tranquila localidad costera, al menos en esta época. Supongo que en época estival las cosas cambiarán y mucho.

Hacemos una ruta costera hasta la hora del atardecer y regresamos de nuevo para Sóller a tomar una cervecita tranquilos y a cenar.

Domingo 25, vuelvo una vez más a el pueblo que da nombre a mi apellido: Galilea
Es un pueblecito parecido al mío, de unos 300 hab. y por el que es un placer pasear disfrutando de la naturaleza y el silencio.

Para comer nos acercamos hasta Cala Pi, su nombre le viene de los pinos que la rodean y del torrente que desemboca en sus aguas.
La playa se encuentra medio kilómetro tierra adentro entre dos paredes de más de 30 mts de altura.

Pasamos las últimas horas de la tarde paseando por Palma y recordando lugares que tan buenos recuerdos me traen.
Han sido sólo cuatro días, pero suficientes para cambiar de aires y disfrutar de lo lindo por esta bonita isla.

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