viernes, 19 de abril de 2013

Nueva York

Hacía unas semanas que no salía de viaje, pero ha llegado el momento y la hora, así que vuelvo a dar otro salto al Atlántico, esta vez el destino es Nueva York.
Nunca había estado en este destino, en primer lugar porque no me llamaba mucho la atención y en segundo  porque pensaba que era un destino que podría ir en cualquier momento. 
Por otro lado cuento con la mejor guía audiovisual del mundo y además FREE, ¿que más puedo pedir?. pués nada, dicho y hecho, me voy a NY.
Nueva York está entre las cinco aglomeraciones urbanas más grandes del mundo; está compuesta por cinco boroughs o distritos: Queens, Bronx, Brooklyn, Manhattan y Staten Island. 
En los últimos años se ha convertido por méritos propios en la capital económica y cultural más importante del mundo.
Te puede gustar o no, pero el ambiente y su forma de vivir son únicos en el mundo.

Lunes 15 de abril, salimos a primera hora de la tarde con destino NY, donde nos plantamos en tan sólo 8 horas. Nada más llegar y mientras espero para pasar el control de pasaportes, veo por los televisores que hay en la sala, que se ha cometido un atentato en la Maratón de Boston y que han causado 3 víctimas y más de un centenar de heridos. Paso el control con total normalidad y sin más dilacción nos vamos para nuestro alojamiento que se encuentra a poquitos metros de la espectacular Times Square y con una habitación situada en la planta 40.

Nos alojamos y salimos sin más a dar nuestros primeros pasos por esta ciudad, por supuesto el primer lugar a visitar dada la cercanía con nuestro alojamiento fue: Times Square.
Este lugar se ha convertido en un icono mundial y símbolo de la ciudad de NY, se caracteriza por su animación y su publicidad luminosa.
Es la zona más viva de Manhattan, pero hay tanta gente que a más de uno le podrá resultar un tanto agobiante,  quizá este sea uno de los encantos del lugar.
Cenamos un poquito y a descansar, en España eran las 5 de la madrugada y al día siguiente tocaba caminar y mucho.


Martes 16, a las 7 am estamos desayunando y por cierto muy bien, había que cargar las pilas para poder aguantar lo que nos quedaba por delante. A las 8,30 estamos ya en la calle con ganas de patearnos la ciudad.

En primer lugar visitamos Chinatown, lugar de residencia de una gran mayoría de los asiáticos residentes en NY.
La gran cantidad de chinos que viven en Nueva York ha hecho que el Chinatown haya crecido hasta el nivel de absorber casi por completo a Little Italy y a gran parte de Lower East Side. El origen del barrio y su calle más importante es Mott Street.

Continuamos nuestra ruta y llegamos al Puente de Brooklyn que con sus 1825 mts. fue en su momento el puente colgante más grande del mundo. Es un símbolo de la ciudad y uno de los puentes más fotografiados del mundo.

La más que famosa Estatua de La Libertad, vista desde el Puente de Broohklyn.
Es una estatua de cobre, cubierta con una túnica larga y suelta, que se yergue majestuosamente sobre la pequeñísima isla de La Libertad en el puerto de Nueva York. En la mano derecha sostiene una antorcha en alto señalando el cielo; en la izquierda se encuentra una tablilla que dice: "4 de julio de 1776", fecha en que se proclamó la Declaración de Independencia.

La preciosa cara de la Estatua desde muy cerca y además mi audioguía parlante y caminante.

Bajamos a descansar un rato hasta el Brooklyn Bridge Park, que como se puede ver, las vistas sobre Manhattan son una maravilla.

Desde el mismo lugar, otra instantanea con el Empire State sobresaliendo por encima del resto con sus 443 mts.

Continuamos hacia la Zona Cero. La Torre de la Libertad con sus 541 mts, es ya el edificio más alto de NY y ocupa el lugar que dejaron las Torres Gemelas trás el atentado del 11 de septiembre de 2001.

Nuestra siguiente parada el el Barrio de Chelsea, este se localiza al oeste de Manhattan y al lado del río Hudson.
Los antiguos edificios y almacenes industriales cercanos a los muelles han sido apropiados por más de 350 galerías y estudios artísticos y actualmente es el epicentro del arte contemporaneo mundial.

Empezamos a subir hacia nuestro alojamiento por el High Line Park, parque inaugurado en 2009 y construído sobre 2,4 kms de una antigua vía ferrea abandonada.

Son las 8 de la tarde, llevamos 12 horas caminando y estamos ya bastante cansados, así que nos acercamos a visitar la Grand Central Terminal o Grand Central Station. Fue inaugurada en febrero de 1913 y es una de las joyas arquitectónicas de NY.
La parte más llamativa de la estación es sin duda su hall, Vanderbilt Hall es una sala de espera de más de 1.100 metros cuadrados. Lo más sorprendente de la sala, además de su tamaño, son sus techos y la decoración en general.
Por aquí pasan más de 125.000 personas al día.

El Empire State brilla bastante más que nuestros ojos, estamos agotados.  Ahora al hotel, algo para cenar y a la cama, mañana será otro día.

Miércoles 17, son las 7 am y el tráfico empieza rodar por las calles de NY. Nosotros en breve empezaremos también a caminar. Es nuestro último día y tenemos que aprovecharlo.

Empezamos caminando hacia Central Park de camino al teleférico que nos lleve a la Roosevelt Island. De frente podemos ver el Teatro París y a la derecha el Hotel Plaza.

El reloj de la Trump Tower marca las 10 am, nos quedan tres horas para estar de nuevo en el hotel y todavía un tanto por ver.

Estamos ya en el funicular que nos lleva a la Roosevelt Island y que transcurre paralelo al Queensboro Bridge. En unos 4 minutos estaremos al otro lado.

Las vistas sobre Manhattan desde la isla son maravillosas y además el día estuvo de un azul radiante.

El Queensboro Bridge y Manhattan desde la Roosevelt Island.

Dando un paseo por la más que floreada y tranquila isla.

De regreso a Manhattan, vistas del lado opuesto y el East River que divide la ciudad de la isla.

De vuelta al hotel por la 5ª Avenida, tenemos que comer un poco y regresar el tiempo se nos acaba.

Última foto de NY desde nuestra habitación antes de salir nuevamente para el aeropuerto y regresar a casa.

El viaje ha sido corto pero intenso a más no poder, nos hemos pateado todo y más, nos hemos cansado un montón, pero ha valído la pena. La ciudad me ha encantado y espero poder volver en otra ocasión, ver otras zonas y hacer alguna que otra compra, esta vez ha sido imposible.