lunes, 22 de febrero de 2016

Salamanca

Lunes 22 de febrero, salimos con dirección a Las Arribes del Duero en la provincia de Salamanca.Hasta las 6 de la tarde no llegaremos a Aldeadávila de la Ribera, lugar en el que nos alojaremos y que estableceremos como punto de referencia para movernos.

Y llega nuestra primera parada en Yecla de Yeltes para visitar el Castro de Yecla la Vieja de origen vetón. Se trata de una zona arqueológica que destaca por sus imponentes murallas y por los petroglifos existentes en muchas de las piedras de la muralla.

Segunda parada en San Felices de los Gallegos, hacemos un recorrido por el pueblo visitando entre otros el Castillo y Torre del Homenaje. Pueblo destacado del Parque natural de Arribes del Duero y declarado conjunto histórico-artístico.

De camino a Aldeadávila hacemos una última parada en el Salto de Saucelle. Esta presa se empezó a construir en 1946 y tras 10 años de obras, fue inaugurada en agosto de 1956.

Finalmente sobre las 6 de la tarde hacemos entrada en Aldeadávila de la Ribera, nos alojamos en el hotel La Jara (45 € desayuno incluido). Descargamos maletas y nos vamos a dar una vuelta de reconocimiento por el pueblo.
Sobre el pueblo no mucho que contar, aparte de ser "el corazón de Las Arribes", podemos ver alguna que otra construcción en piedra bien tratada y el resto "el 90%"  una arquitectura de dudoso gusto.
Cenamos en el restaurante  El Paraíso y a descansar al hotel que mañana tenemos una bonita y larga ruta que hacer.

Martes 23, el día amanece con muy buena pinta y sol, así que desayunamos pronto y arrancamos para hacer la ruta que tenemos prevista para hoy, que será: Aldeadávila, Mirador de Rupitín, Picón de Felipe, Mirador del Fraile y regreso a Aldeadávila. En total serán unos 20 kilómetros y un desnivel cercano a los 900 metros.
Aparcamos el coche cerca del Mirador de Rupitín y comenzamos nuestra andadura, primero con un fuerte descenso hasta el río Duero por una senda bien marcada y luego con un fuerte ascenso (todo lo que baja sube y viceversa..).

Una vez coronamos de nuevo, las vistas sobre el Duero encajonado entre paredes verticales te dejan sin habla, en ocasiones superan los 500 metros de altura.

Continuamos caminando, ahora ya sin grandes desniveles, más bien es un falso llano, pequeños sube y baja, pero sin más.
Llegamos hasta otro mirador, el del Picón de Felipe, uno de los miradores más espectaculares de Las Arribes. Se encuentra colgado sobre unas rocas de granito y a la friolera de 500 metros sobre el río Duero.
Aquí podrás leer la historia del pastor Felipe, enamorado de una muchacha del pueblo portugués de Bruço, a la que no podía ver, y bla, bla, bla.......

Desde este punto tenemos unas vistas estupendas sobre el Salto de Aldeadávila al que llegaremos en breve.

Salto de Aldeadávila desde el Mirador del Fraile. Desde este punto se tienen excelentes vistas sobre la presa, pero creo que las mejores están por llegar.

Sobre las 14,30 horas llegamos de nuevo a Aldeadávila, y que mejor sitio que este para reponer fuerzas y poder continuar esta tarde un poco más. Así que un buenos bocatas, una cervecita fresca, un café y seguimos.

Por la tarde nos acercamos hasta Masueco (a 2 kms de Aldeadávila) para ver una de las maravillas de esta zona, el Pozo de los Humos sobre el río Uces. Un camino con fuerte pendiente nos lleva hasta el nacimiento de la cascada, que con sus 50 metros de caída, está tan sólo a 2 metros de los 52  de las cataratas del Niágara.
Una pasarela que vuela sobre el precipicio al vacío y construida para intrépidos nos permitirá ver de frente esta majestuosa cascada. Aparte de este, hay varios puntos acondicionados para poder observar la cascada y el río Uces.

Nacimiento de la cascada desde justo el mirador que hay encima de ella. Ni que decir tiene, que el mejor momento para visitar este lugar, es en la época de lluvias, cuando el río va cargado de agua y hace que el salto sea más espectacular.

El Pozo de los Humos en su máximo esplendor.

Ahora nos vamos hasta Pereña, desde este lugar,  hay otro mirador no tan próximo al río, que ofrece una vista frontal increíble de la cascada.

El Pozo de los Humos visto desde el lado de Pereña.

Miércoles 24, el día sale muy nublado y las previsiones son de agua para el mediodía, por lo que tenemos que intentar acabar nuestra etapa mojándonos lo menos posible.
Nos desplazamos hasta Pereña, aparcamos el coche junto a la iglesia, cargamos las mochilas y un paraguas por si acaso y comenzamos a patear con dirección al Pozo Airón.

Llegamos hasta el Pozo Airón, otro de los caprichos de la naturaleza. No tan conocida como el Pozo de los Humos pero os aseguro que no tiene nada que desmerecer.

Una vez salvada la cascada, es posible acceder y situarse dentro de una cueva, lo que le da un gran atractivo.

Sal de ahí, que acabarás duchándote antes de tiempo ¡¡jajaja!

Cascada del Pozo Airón

Después de pasar un  buen rato en el Pozo, continuamos nuestra ruta siempre bordeando desde lo alto el Duero hasta llegar a la Ermita de Nuestra Señora del Castillo, ya muy cerca de la localidad de Pereña.
Desde el mirador, pueden verse impresionantes meandros encajonados entre paredes rocosas, en ocasiones casi verticales que  crean un paisaje espectacular.

La Ermita de Nuestra Señora del Castillo, corona desde lo alto una buena parte de Las Arribes del Duero.
Nos quedan unos 3 kilómetros para terminar y llegar al pueblo, el cielo se ha cerrado totalmente y empieza a llover, desenfundamos el paraguas y a paso ligero para Pereña.

Cogemos el coche y salimos en dirección al mirador central de la presa de Aldeadávila. Se trata de dos miradores volados al vacío y que no sabría decir a que altura se encuentran, pienso que pueden rondar los 200 metros. Pero sean los que sean, acojona asomarte y mirar hacia abajo (al menos a mí). Ahora bien, lo que desde allí ves te deja aparte de acojonado, boquiabierto.

La altura de la presa es de 139,50 metros y fue inaugurada el 17 de octubre de 1964 por El Caudillo. De aquí ya para casa, está anocheciendo y comienza a llover nuevamente.

Jueves 25, hoy amanece más soleado, desayunamos, cargamos todo en el coche ya que regresamos para casa (el tiempo dicen que va a ser pésimo, nieve incluida) y nos acercamos en primer lugar hasta un mirador que tiene el pueblo y desde donde las vistas sobre el mismo son muy buenas.

Visitamos la Playa del Rostro, una pequeña playa fluvial con arena a orillas del Duero y a su vez, punto de partida de los cruceros ambientales a lo largo del río.
Como nos pilla de paso, nos desviamos un poco para asomarnos al Mirador del Picón de Mariota, las vistas muy parecidas a las de otros muchos lugares.

Otro fuerte descenso nos llevará hasta la Cola de Caballo o Cascada del Pinero, un bonito salto de un arroyo que un poco más abajo desemboca en el río Uces. Igual que en el Pozo Airón, esta cascada se puede cruzar por detrás.

Y nuestro último punto a visitar es Villarino para visitar Ambasaguas, punto de encuentro del río Tormes con el río Duero.

Ya de camino a casa, una pequeña parada para visitar la presa de La Almendra, uno de los embalses más grandes de España, construida sobre el río Tormes.

Nuestra última parada es para visitar Ledesma, bonito pueblo que bien merece la pena dedicarle un rato.
Sobre estas líneas el puente nuevo y el puente medieval.
Y de aquí para casita, han sido cuatro intensos y aprovechados días en una zona digna de visitar y que recomiendo encarecidamente a todos.



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